The Queen's Gambit: la proeza estética audiovisual del 2020

29.10.2020
Imagen: Netflix / YouTube
Imagen: Netflix / YouTube

Sin duda, una de las grandes apuestas de Netflix para cerrar el año 2020. The Queen's Gambit es básicamente una película de siete horas.

Es cierto que hace ya varios años el nivel de ciertas series ha superado con creces las características clásicas de una historia visual de televisión, donde predominaba la simpleza en la grabación, con el incansable plano contra plano, poco movimiento de cámaras, guiones básicos o sin continuidad entre un capítulo y otro. Pero The Queen's Gambit no solo traspasa las fronteras que históricamente han dividido a una serial de una película, sino que llega al punto de construir una historia cinematográfica exquisitamente trabajada, que hace que cientos de películas (incluso algunas de gran presupuesto) se vean opacadas ante esta proeza sobretodo estética.

Así es, The Queen's Gambit es una proeza estética audiovisual. No es la primera serie en alcanzar este nivel, por supuesto. Sin necesidad de cavar muy lejano en el tiempo ni cambiar de proveedor de entretenimiento, The Crown -creada por Peter Morgan- es otro ejemplo donde la fotografía alcanza niveles de excelencia fílmica.

Pero lo que hace destacar por sobre todas las cosas a The Queen's Gambit es el gran manejo de cámara, especialmente en el uso magistral de la grúa. La grúa en el cine tiene su historia, pasó de ser un mecanismo cuyo objetivo principal era sacar al espectador de sus desplazamientos habituales como persona natural a ser el cliché técnico por antonomasia de las megaproducciones de Hollywood.

¿Quien no recuerda esos tiempos donde grandes cineastas como Orson Welles empleaban la grúa para darnos escenas inolvidables como aquella inicial en Touch of Evil? Pues bien, me atrevería a decir que The Queen's Gambit regresa a sus tiempos dorados, aunque sea por breves instantes, a esta mágica herramienta visual.

Otra de las grandes técnicas es el uso del steadicam con travelling hacia adelante, acompañado con el movimiento de los personajes a contrario sensu, lo que otorga fluidez al plano y enriquece la rapidez de los elementos. Y no es la única forma interesante en la que la cámara interactúa con los personajes; la cámara tiene una fluidez para seguirlos que pareciera bailar con ellos. Es, simplemente, una danza cinematográfica maravillosa.

Lo mejor de todo es que el director Scott Frank está a cargo de la dirección de cada uno de los episodios, y se nota. La firma del cineasta con todas estas características espectaculares está presente de principio a fin, convirtiendo así a The Queen's Gambit en una verdadera película de larga duración.

Otro acierto es el manejo del color. Si bien es cierto que los filósofos del cine han minimizado históricamente la importancia del color, clasificándolo como un elemento fílmico no específico, y donde algunos incluso han osado decir, como los psicólogos del primer congreso internacional de filmografía de 1947, que por lo general nuestra atención da poca importancia a los colores, que se borran ante la realización del objeto, yo me atrevería a decir que la versión en blanco y negro de The Queen's Gambit perdería un elemento primordial de su belleza. El color está tan bien articulado para representar a la época, que pasa de ser un elemento accidental a ser prácticamente de la esencia de la serie. En momento pareciera que estamos observando un comercial de larga duración de Coca-Cola Vintage.

Hablemos de quien encarna al personaje principal: Anya Taylor Joy es una actriz argentino británica de 24 años, conocida por protagonizar The Witch en 2015, Split en 2016 y Emma este mismo año.

Algo que claramente caracteriza a Taylor Joy es que sabe manejarse muy bien con la cámara; después de todo, fue reclutada para modelaje en la adolescencia y se nota. Sus finos movimientos, su mirada intrigante, los rasgos faciales de una muñeca del más puro estilo sueño norteamericano de postguerra, hacen que este papel le quede sin una pizca de imperfección. Desde la perspectiva intelectual, la actriz destaca por ser nativa en inglés y español; en la serie la podemos escuchar en una cuantas escenas hablando también francés y ruso. Sus papeles suelen consistir en mujeres inteligentes. En Split -Fragmentado en español- brilla en el papel de adolescente con un pasado tormentoso. En Emma le toca hacer las veces de chica aristocrática con un mayor nivel de histrionicidad, pero sin perder el recato que le caracteriza. Es, sin embargo, The Queen's Gambit, lejos su mejor papel hasta el momento.

Y para quienes se quedaron con ganas de verla en más producciones, actualmente trabaja en cinco, incluyendo un spin off de Mad Max, donde encarnará al personaje de Furiosa.

Los únicos puntos débiles que hallo son dos. Primero, por falta de presupuesto, algunos planos generales se ven bastante artificiosos, como aquel que intenta mostrar un México antiguo, pero con vehículos digitales en los que el dinero no dio para un mejor acabado. El segundo, en ciertos momentos de la serie notarán un desbalance entre el drama y el éxtasis que producen los torneos de ajedrez, en otras palabras, hay un momento en el que el ajedrez se deja un tanto de lado, pero ocurre en pocas secuencias, así que es un detalle odioso que se le puede criticar al guión, nada más.

En conclusión, The Queen's Gambit es una proeza estética del siglo XXI. Si se hubiera confeccionado en formato película y no serial, claramente debería estar en la nómina a mejor film en los premios Oscar y Taylor Joy, a sus escasos 24 años, nominada a mejor actriz.

Por todo esto, y tanto más que no se puede decir en una breve crítica, mi nota para esta obra maestra es un 9.5 de 10.

Si no la han visto, corran a maratonearla.